Luego de experimentar y saber el funcionamiento del objeto que elegimos, nos dimos cuenta que el punto más fuerte de la cafetera, el más interesante, tiene que ver justamente con el momento en el que está haciendo el café. Esto también lo pensamos luego de visualizar los resultados del primer acercamiento, al hablar y preguntarnos sobre el objeto, sobre su funcionalidad y simbología: las mañanas, el despertar, el olor del café, el sonido del agua hirviendo. Y nos dimos cuenta que, de todo eso que relacionamos a la cafetera, el elemento que parece concentrarlo todo es el momento de ebullición: en el que empieza a trabajar en lo que buscamos de ella.
Así, nos planteamos la idea de trabajar alrededor de ese aspecto, y la idea que surgió tuvo que ver con tratar de remarcarlo como una tensión que se va acumulando.

Para esto, seguimos manteniendo algunas de las ideas iniciales de nuestro proyecto: principalmente el uso planos detalle. Ahora, el uso que buscamos no es tanto el misterio inicial que queríamos conseguir (que el espectador no sepa de que objeto se trata) sino que nos centramos en remarcar el momento de ebullición, construyendo tensión alrededor del mismo.

MONTAJE

Intentamos lograr la tensión de la que hablamos con diferentes herramientas que representen esa ebullición. Empezamos con planos moderadamente largos, que tengan movimiento interno, y que empiecen a construir la tensión. Luego, planteamos elevar la tensión durante la ebullición, con la superposición de planos (que tienen un movimiento interno más dinámico), y un sonido que ayuda a llevar la tensión a otro nivel, y a otro sentido (la escucha). Así, la tensión se mantiene, hasta que finaliza “de golpe”, como sucede cuando la cafetera termina su labor, y decidimos apagarla. Además, cerramos con el plano del nombre de la cafetera, que también es el nombre del nuestro retrato: Volturno.